Richard Bloom: La Reina Blanca

El sol ingresa por la pequeña ventana enrejada de mi celda. Espero que Álex, el guardia, me lleve nuevamente a la entrevista con Rooben. Anoche luego de unos sueños poco agradables llegué a la conclusión que no me queda mucho tiempo en este mundo. Seguramente, la pena máxima que reciba sea la de muerte. Entonces debo disfrutar de las pequeñas cosas. Desde el canto de un ave avisando el cambio de estación, hasta un buen vaso de agua, recuerdos de añoranzas y demás. Todo lo que me devuelva por segundos sonrisas caprichosas.
Oigo acercarse el repiqueteo de unos zapatos haciendo un cierto ritmo musical molesto con las llaves que cuelgan del cinturón de Álex. Hoy su rostro demuestra cansancio, su camisa arrugada y sus ojos perdidos son signos típicos de que alguna discusión con su pareja lo ha desvelado.
— ¿Todo bien con Tom?— indago mientras me coloca las esposas—
— Esperemos que sí— responde arrastrando las palabras—
— Ustedes se aman, deben dejar el conflicto de lado…
— No es tan sencillo— dice mientras me indica que camine—
— La vida es sencilla, las relaciones no… Pero no por eso deben batallar. Te aconsejo, si me permites, que te acerques a él, y deja que sus miradas se fundan en una sola. Verás cómo todo se olvida, sabes que nos conocemos hace tiempo.
— Sí, ya vamos por medio año de todo este trámite. Espero que finalice pronto, no puedo ver el nivel de tortura que recibes por tus actos…
— Hice enojar a las personas equivocadas, pero jamás, ni en mis noches más tristes me arrepiento de lo realizado. Que de mí, hagan lo que desean, pero Rose y las demás personas a su forma me agradecen la venganza ejercida por mis manos…
— Espero—libera un suspiro— que la vida te devuelva el bien que has hecho.
— Ya lo hizo querido amigo, ya lo hizo— ingreso a la sala de interrogatorio—

El lugar sombrío, lleno de verdades e inquietudes. Sus vidrios opacos, sillas frías que combinan con la mesa de metal. Cámaras en cada esquina.

Rooben tiene la manía de hacerme esperar para causarme cierta molestia. Pero está confundido, no sabe lo que esperé para vengarme de la muerte de Rose, esta espera es una caricia al alma. Es más, diría de cierta manera, me ayuda a dialogar con mis fantasmas. Recuerdo cada momento oscuro de mi pasado. Nick Carter era un compañero de mi secundaria, tendía siempre a menospreciar mis trabajos. Todo era humor para él. Todos mis compañeros y compañeras reían ante su bullying. Menos yo, menos mis intentos de suicidio. Un día, un martes cualquiera de invierno, tuvo la gran idea de atacarme con sus bromas pesadas. Me rompió en mi cara el trabajo investigativo de un crimen. Me llevó horas y horas, todo abocado a esas ocho páginas. Un frío subió de los pies hasta mí rostro. Llegado ahí, se convirtió en calor, en furia. Extrema, incontrolable, como un río que arrasa un pueblo entero. Mis ojos se nublaron, mis manos se cerraron. Salté sobre él como un depredador. Comencé a golpearlo sin descanso, ante la mirada atónita de su público. No lograba detenerme, no quería hacerlo. Comenzó a perder el conocimiento, su sangre mancho todo el entorno. Un guardia de seguridad, logró separarme ante mis gritos desesperados, quería asesinarlo. Lo merecía, más que nadie.

—Buenos días— dice Rooben asentando la carpeta— ¿Cómo te encuentras hoy?
— Mejor imposible— le sonrío—
— Quiero decirte antes de comenzar que encontramos todas las evidencias que nos dejaste para el caso anterior. Aunque tengo que admitir que se sumaron dos cargos más a tú larga lista.
—  No te preocupes— me acomodo en la silla— no serán las únicas. Igual tienes que utilizar bien tu deducción. Cada pista lleva al siguiente caso. Por ende, la lista de mi condena será más larga de lo que puedes predecir.
— Entonces no perdamos tiempo, de quién quieres hablar hoy. Antes aclaro que después elegiré yo mismo a la víctima…
— Víctima no sería el uso correcto de la palabra en este caso, pero nos olvidemos de pequeñeces. Hoy quiero hablar de la Reina Blanca. Dueña del tráfico de drogas, armas y personas.  Es sumamente conocida en la capital,  tenía comprada a todas las fuerza de la ley, y a quienes no, eran asesinados. Típico de estos casos, nada fuera de lo normal hasta aquí. Una tarde atendiendo una paciente, me confesó entre sollozos que su hijo, Marcus había desaparecido en manos de la Reina. Su desesperación me generó necesidad de ayudarla. Estaba muy lejos de lo que realmente estaba batallando, pero reflejé su llanto con el  mío en el entierro de Rose. Un padre o madre que pierde a un hijo, es el daño más grande que un alma puede soportar.
— Marcus es un buen hijo, jamás estuvo metido en la mala junta. Sano y sobre todo ayuda a las personas— dijo secándose las lágrimas—
— ¿Por qué crees que se lo han llevado?
— Si solo lo supiera te lo diría, sé que espero lo peor— miró al piso, como buscando alguna explicación—
— Sé que va a aparecer sano y salvo, es cuestión de tiempo— le agarré la mano— todo estará bien…
— Ojalá pudiera pensar igual que tú, pero me es difícil— se levantó— lo mantendré informado— se retiró—

Su resistencia a decir lo que siente, y su huida es signo normal de lo que estaba sufriendo. Mis palabras de aliento, eran realmente vacías, carentes de un sentido verdadero de lo que estaba sucediendo aquí. Debería saber el porqué de su secuestro.
Este caso no fue nada fácil, no soy ni seré hábil en el tema del tráfico de drogas. Lo primero que tenía que saber es porque la Reina necesitaba a Marcus. Investigué las redes sociales del muchacho, nada fuera de lo común. Estudioso, dedicado, sociable y demás… Todo lo que la madre me había expresado. Con un trabajo más delicado pero sumamente necesario, hackeé su cuenta de Facebook. Muchas solicitudes de amistad, notificaciones… Investigué los mensajes privados para darme con la grata sorpresa de uno de alguien que requería verlo con urgencia para entrevistarlo. Marcus, necesitado de un ingreso económico accedió. Pero lo que más me llamaba la atención es los datos que este ser desconocido pedía. Desde el tipo de sangre hasta alguna enfermedad familiar. Todo apuntaba, según mi conocimiento, a que Marcus fue secuestrado por poseer la sangre universal. Asumo que le quitarán la mayor cantidad de sangre posible y después venderán sus órganos. Las dos cosas en el mercado negro tienen un valor descomunal. Por ende, luego de analizarlo con sumo detenimiento, llegué a la conclusion de que poseía más tiempo del que creía pero no tanto como deseaba.
Un par de horas después de investigar a mi víctima y a su victimario, comencé a navegar en la web oscura con el objetivo de encontrar donde se vende su sangre, quién es el comprador y buscar alguna forma de contactar a la Reina Blanca. Todo fue sencillo excepto el último punto, no lo logré como en el caso anterior.
El comprador era un extranjero multimillonario, con leucemia agresiva y con necesidad de transfusiones continuas y a la vez Marcus sería su salvación para un trasplante de médula si los estudios de compatibilidad eran satisfactorios. El vendedor es Remy Lacroix, un usuario conocido y conectado con la Reina.
Llamé a un contacto mío de narcóticos, para obtener información de la dueña de la capital. Muy nervioso me aportó una rutina que ella poseía.
Era fácil de atacarla, su soberbia por el poder la llevó a bajar la guardia. ¿Quién la iba a atacar si ella era la Reina de la capital? Entonces me propuse lo siguiente:
Ella salía a caminar alrededor del parque central a las 7 AM con sus cinco guardias. Odia la actividad física, pero es ahí donde organiza sus trabajos. Es el único momento donde se puede llevar a cabo algún tipo de plan.

— Haber si entiendo— dice Rooben perplejo— ¿decidiste atacarla con su guardia personal para salvar a Marcus?
— Por supuesto— respondo con cierto enojo—
— ¿Serias como un súper héroe?
— haré oídos sordos a tus palabras necias… Continuaré con el relato. Toda la noche preparé mi ataque, debía ser certero, profesional y sobre todo limpio. Conseguir todos los elementos no fue fácil, primero una traffic negra, con vidrios opacos. Un miorelajante, jeringa, cerbatana, cinta, soga, un arma no registrada y un silenciador.
Esa noche dormí tranquilo, sabía que en unas horas se decidiría mi destino. Esperaba ser el ganador, había muchas misiones, para no decir infinitas, que resolver.
El cantar de un pequeño pájaro me indicó que eran las 6 AM, momento de llevar a cabo el salvataje de Marcus. En una pequeña mochila coloqué todo lo necesario. Subí a la traffic y salí tranquilamente. Intenté todo el tiempo no sembrar sospechas. Es de suma importancia que nadie te delate antes de tiempo.
Estacioné a pocos metros del lugar por el que la Reina pasaría caminando. Me acerqué a un café, desayuné y llevé a cabo la primera parte del plan.
Siendo las 6:30 AM me senté en un banco con un diario para de reojo repasar cada punto importante. De largo el parque debe tener 50 metros y desde dónde estoy a la traffic había unos 70 metros. Entonces por la distancia debía cumplir a rajatabla todo. Los árboles, el césped que crecía y la fuente de un ángel largando agua de su boca no merecían ser testigo de lo que estaba por suceder.
Siendo casi las 7 AM, desde el punto opuesto se hacen presentes los guardias, con sus rostros serios y sus trajes negros. Armados y preparados para defender a su jefa. De un Audi gris, alta gama, descendió ella. Rubia, jovial, bella y angelical. Todos signos contrarios a lo que verdaderamente era, lo sádica y apática de la vida.
La Reina se posiciona en el medio, con un cuaderno en su mano derecha. A su izquierda se encontraba el guardia más fiel y de confianza, le indicaba todo lo que se tendría que llevar a cabo en el día de la fecha. Asumo que Marcus debe ser el tema de cabecera.
Dos adelante, uno a cada costado y otro detrás de ella son las posiciones en las que se encuentran los guardias, debo encontrar la forma de atacarlos, será difícil seguro, imposible no lo creo. Son animales rutinarios y todo lo que sucedió después lo tenía previsto.
En mi cinturón, debajo de mi camisa a cuadros, estaba mi arma con su silenciador, esperé que pasen a mi lado y con una cerbatana le disparé un dardo. Apenas dió en el blanco comencé a contar
Uno… Dos… Tres… Debes caer
Cuatro…miro el reloj… Cinco… Seis… Cayó el guardia de atrás… Era mi momento.
Mientras los demás lo socorrían me les acerqué con cautela, saqué mi arma y me dispuse a disparar. Cuatro disparos en la cabeza a los guardias socorristas, miré a la Reina, le lancé la jeringa con miorelajante y le dije:
—Inyéctate o él morirá— le apunté a la cabeza al último con vida—
— ¿Quién eres?— indagó con tranquilidad—
—No me hagas perder el tiempo, ¡inyéctate!!!— Le grité— ante su nueva negativa le disparé en la pierna, le di un golpe con la culata haciendo que pierda el conocimiento y le inyecté la droga. Antes de irnos asesiné al último guardia.

— Fue un asesinato a sangre fría— expone con enojo Rooben—
— Esos guardias, cada uno es cómplice y autor de miles de crímenes, mejor guarda silencio sino dejaré de contarte que sucedió— selló sus labios y continúe—

Con sus manos y pies atados con cinta me dispuse a manejar tranquilo a un lugar recóndito dónde podría averiguar el paradero de Marcus. Llegado a destino, descendí y la Reina aun dormía, la posicioné en una silla metálica y agarré su celular. Busqué un nombre, para mí sorpresa estaba Remy Lacroix. Marqué y esperé que respondiera:
— Tengo a tu jefa, quiero hacer un intercambio— dije con seguridad—
— No te creo— rió—
— Ve con tus propios ojos— le tomé una fotografía y se la envié—
— Interesante— Carcajeó nuevamente— me dejaste el camino liberado para llevar a cabo mis planes… ¿O será que tú estás buscando a alguien en particular?
— Sí, quiero a Marcus…— no poder tener el control me enoja bastante—
— Todo esto se ha vuelto más que interesante— Liberó un excéntrica risa— justo a mí más preciado baluarte es a quién quieres…
— ¿ Piensas que me sería difícil ir tras de ti?
— Tranquilo— dijo con calma— sé que eres un profesional, nadie pudo lograr antes tener en sus manos a la Reina. La verdad, eres un diamante en bruto… Espero que logremos hacer buenos negocios juntos…
— No quiero hacer negocios, ¿No lo entiendes?— indagué con enojo— solo quiero a Marcus…
— Eres aburrido… Está bien, está bien… Haremos lo siguiente, tú asesínala de una manera sádica y yo te entregaré a Marcus. ¿Trato?
— ¿Cómo sé que cumplirás?
— No te queda otra que confiar…una muerte por una vida…no te olvides que tiene que tener sadismo…—la llamada finalizó—

Admito que estuve cerca de romper el celular contra la pared pero no me quedaría un medio de comunicación con este maldito. Le inyecté otra dosis a la Reina así no se despertaba, con mi Traffic fui a comprar dos cosas que necesitaba. Llegado a la capital, dejé el vehículo en una playa de estacionamiento y robé otro automóvil. Compré lo que necesitaba con efectivo y volví a la granja. Todo en tiempo récord. No debía dejar pasar mucho tiempo o Marcus estaría en sumo peligro.
Llamé a Remy nuevamente y cuando me atendió le dije:
— Estoy listo, quiero saber que Marcus está con vida— iniciamos una videoconferencia y lo vi débil pero vivo—
— Lleva a cabo tu plan— dijo mirando a la cámara—
— No… Tú tendrás que venir con Marcus, verás con tus ojos como la asesino y se acabará nuestro negocio—
— No era el trato— dijo con enojo—
— Es eso, o la libero y ella te encontrará, es más, diré que tú me indicaste que la secuestrará—
— Tu amigo morirá— le apuntó—
— No es mi amigo, es un trabajo, cuando sepas que hacer estaré aquí esperando, a sabiendas que no habrá lugar en el mundo donde te puedas ocultar cuando la Reina te busque…
— ¡Espera, espera!!!— Exclamó con miedo— está bien… Dime la dirección y ahí estaré…
Le dicté la dirección y le dije:
— No vengas con tus guardias, te quiero aquí solo con Marcus sino la liberaré— la video llamada finalizó—

Me dió tiempo para preparar todas las trampas por si Remy decidía venir acompañado, el viaje le insumirá más de una hora de su tiempo. Todo lo que necesito lo tengo a mano.

Me olvidé de relatarte Rooben, que esa granja la adquirí hace tiempo y era el lugar donde llevaría a cabo la venganza por Rose. Entonces poseía todo, y cada vez le agregaba más. Tenía un granero, donde estaba con la Reina y después otros espacios que serían dedicados a diferentes torturas dependiendo de la persona. Indagué las peores formas de morir de la época feudal y decidí aplicarla.
Volviendo a tema, agarré una caja metálica, vidriada a los costados que dentro poseía dos ratas marrones, grandes y hambrientas. Solo restaba esperar la llegada de Remy.
Pasado ciertos minutos, la Reina se despertó ansiosa y nerviosa al verse atada. Nuestras miradas se cruzaron y dije:
— ¿Debe ser horrible estar del otro lado de la vereda no?
— ¿Quién eres?— la cara angelical se fue para dar paso a un rostro pálido.
— El quién no importa mucho sino el porqué. Tú le has hecho mucho daño a la ciudad, a los jóvenes y a las madres. Secuestraste a la persona equivocada.
— Solo son negocios— dijo mientras intentaba desatarse—
— Un negocio es vender un automóvil o un inmueble. No lo es cuando se juega con la vida de las personas, llenarte los bolsillos con la fragilidad de la gente… Eres despreciable…
— Te daré lo que quieras…— dijo con ojos dulces, me quería enamorar—
— ¿Puedes revivir a una niña asesinada?
— No, pero…
—Pero nada—interrumpí— nada de lo que me ofrezcas me interesa…
— Cuando salga de aquí acabaré contigo de la peor manera…—se movía como si tuviera convulsiones del enojo por zafarse de sus ataduras— Inténtalo, yo ya estoy muerto… Justo a tiempo llegó tu amigo a salvarte— dije al escuchar el motor y ver las luces apagarse—
Se escucharon tres puertas cerrarse y como lo supuse venía acompañado, agarré un pequeño control remoto y esperé. Golpearon, los invité a pasar con mi voz, entraron tres hombres. Uno de baja estatura, narigón, con aires de soberbia. Traje marrón oscuro, zapatos a tono. Su pelo bajo mucha tintura y lentes negros. Asumí que era Remy Lacroix. Los otros dos iguales a los guardias de la Reina. Trajes negros, enormes y rostros sádicos.
— Como lo supuse— dije con calma— jamás te animarías a venir solo. Tu plan es simple, nos asesinas a los dos y a Marcus lo vendes. Es más, deduzco que te gusta insumir miedo, como un cazador que persigue a su presa, entonces él debe estar en el automóvil con algo de esperanza de salvarse… Y con nuestras muertes se rendiría fácilmente. Un  muy buen truco— aplaudí— la verdad Remy, eres un genio del crimen. Ojalá algún día, llegara a ser como tú. Pero… Tendré que morir… aunque no hoy, claro…— apreté el botón del control, una compuerta donde estaban los tres parados se abrió, cayeron los guardias y Remy quedó colgando— ahora— le pisé la mano derecha— seré yo el vencedor, simplemente tenías que cumplir con tu trato, tan simple como eso. Pero… No… Deseabas demostrar tu poder, que es tan pequeño como tus posibilidades de sobrevivir. Abajo hay unas estacas que te matarán, y si no lo hacen morirás al poco tiempo desangrado…
— ¡Espera!— gimió del dolor por mí pisada— te ruego clemencia, ten piedad de mí— miró a la Reina y ella le dió vuelta la mirada
— Ojalá en mí quedará piedad— le da una patada a su rostro y cayó, clavándose varías estacas y con sus ojos llenos de miedo y sangre en su boca se selló su final.

Hubo un silencio no muy largo, hasta que, luego de observar lo que sucedió, me acerqué silbando a la Reina y dije:
— ¿Observaste lo que has logrado?… Todo simplemente por dinero. Un papel de colores que les da a ustedes un poder insulso en estos momentos… Todo ¿por qué? Mansiones, automóviles y demás materiales que hoy no te salvarán…
— No me asesines, te daré lo que quieras, déjame con vida. Haré lo que tú quieras— tartamudeó—
— Misterioso como deseas dejar tus “negocios” cuando estás por abandonar este mundo… Pero para tu sorpresa, no seré yo quien acabe contigo… Serán mis amigas— le coloqué la caja metálica en el rostro, unas manijas se enganchaban en su cabeza, una pequeña compuerta la separa con las ratas. Todo un aparato especial para que mientras sufra analizara como acabó con la vida de seres inocentes— Adiós Reina Blanca— entre sus gritos y llanto, las ratas se le acercaron. Intentó entre mordiscos matarlas pero no lo logró, ellas jugaban con su presa, le daban pequeñas mordidas, abandoné el lugar, era su momento yo debía encargarme de Marcus —

Subí al automóvil negro, él estaba débil, pálido y con respiración entrecortada. Aceleré y lo lleve lo más rápido posible al hospital. Lo logré dejar ahí, llamé a su madre y le rogué que nunca hable de lo sucedido. Qué su hijo estará bien pero yo debo seguir con lo mío. Y fue así como nunca supiste de este suceso hasta el día de hoy.
— Interesante— dice Rooben sorprendido— siempre supuse que a la Reina la había matado alguna banda rival, dado por lo certero de su secuestro. ¿Dónde queda la granja para buscar esos cuerpos?—
— Aún no es momento que los encuentres, quedan muchas historias para narrarte, los cuerpos están apilados y pueden esperar— liberé una pequeña sonrisa— Mañana ven conmigo y verás lo divertido de la próxima historia— entre mis risas, Rooben se levantó y se retiró, la seriedad volvió y dije— Rose ya llegará tu día, la ansiada venganza está cerca—

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